calle amargura

Epicentro de la novela

Calle Amargura


Amargura. — “Llámase así porque, en la cuaresma, salía todas las tardes de la Tercera Orden de S. Francisco, una Pasión que iba por esa calle hasta la iglesia del Cristo, que era el Humilladero. Por la misma razón se ven calles del mismo nombre en muchas poblaciones cristianas, como Guanabacoa, San Juan de los Remedios, Veracruz, Méjico, Cádiz, etc., a imitación de la de Vía Crucis, de Jerusalén, que se llamó de la Amargura. En esta calle había cruces para cada estación (el hermano tercero don Miguel de Castro Palomino y Borroto tenía particular devoción y costeaba la duodécima estación por los años de 1740, y la adornaba con una alfombra, dos candeleros de plata y un cuadro de Jesús Crucificado). Se llamó también Calle de la Cruz Verde, por la que existía en la esquina de esta con Mercaderes; y las cuadras entre las calles de Villegas y Compostela, se llamaron de las Piadosas Mujeres, porque en la casa de la esquina con la calle del Aguacate vivían las beatas doña Josefa y doña Petrona Urrutia, que alumbraban los viernes a un hermoso Custodio que tenían; y en dicha esquina había una cruz cuya estación correspondía a la de las mujeres piadosas que salieron en auxilio del Señor. La cruz que hasta 1848 se veía en una gran urna en la plazuela de San Agustín en el punto donde luego se colocó una fuente, fue construida para perpetuar la muerte que hizo una ascendiente de la familia de los Rojas, de una mujer de la cual tenía celos, habiéndola disparado primero con una pistola con tiro de sal, y como viese que la ofendida se burlase de ello diciendo que la había hecho unos lunares que mejoraban su hermosura, la disparó otro día, por segunda vez, con bala, al salir de la misa de doce de dicha iglesia. Los vecinos de la hacienda Guanamón (partido de San Nicolás, jurisdicción de Güines), enseñan aun el sitio y cimiento de una casa de alto donde estuvo relegada dicha señora por este hecho. La esquina de la plazuela de San Francisco, casa hoy de la señora Marquesa viuda de San Felipe y Santiago, se llamó esquina de Menéndez, por un señor de este apellido que la fabricó, y en ella vivieron y fallecieron los generales habaneros Conde de Mopox y Jaruco (6 de Febrero de 1807) y Marqués de San Felipe y Santiago (1851). En la casa número 71 vivía en 1818 el entendido profesor de educación don Esteban Vidal. La casa esquina a la calle de Compostela, que hoy pertenece a la señora de Villa-Urrutia, fue construida en 1769 por don Juan Pascual, boticario, que siendo mallorquín, dejó a dicha esquina con dicho dictado”.

José María de la Torre: Lo que fuimos y lo que somos o La Habana antigua y moderna. Imprenta de Spencer y Compañía, Habana 1857 (Pág. 55)

ir a las fotos


La primera referencia a la calle Amargura en la Villa San Cristóbal de La Habana se remonta al siglo XVI, y la describe «un camino vecinal no rectilíneo que partía desde la Plaza de San Francisco hacia la Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje». La relevancia de esta Calle dentro del entramado urbano de la Vieja Habana Colonial viene dada por su función como escenario del Vía Crucis,[1] procesión establecida por la orden regular de los frailes franciscanos dentro del calendario de la liturgia católica para la Semana Santa. La calle Amargura, al desembocar en la Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje, también llamada del Humilladero, propició que a mediados del siglo XVII «los franciscanos la convirtieron en una larga vía sacra que culminaba en el calvario», función que ha prevalecido en el recuerdo de sus pobladores. A lo largo de su existencia la calle recibió numerosas denominaciones. En sus inicios fue conocida como la calle del Humilladero por la Ermita donde daba término la procesión del Vía Crucis. Además, como en cada una de las fachadas de las edificaciones del eje había cruces que señalaban las estaciones o paradas de la procesión, comenzó a ser llamada Calle de las Cruces, y de la Cruz Verde,[2] por una del citado color en todavía se conserva en la esquina de la calle Amargura y Mercaderes, simbolizando la primera estación o parada de la procesión litúrgica. También se la denominó del Calvario o de las Cruces del Calvario por las imágenes de la Pasión de Cristo que colocaban el Viernes Santo en la Plaza del Cristo. Otra denominación fue San Agustín por el Convento de igual nombre localizado en la calle Cuba esquina a Amargura, que más tarde sería la Iglesia de San Francisco. Sin embargo, el nombre que ha perdurado a través de los siglos es Amargura, en memoria del Vía Crucis de la Amargura de la ciudad de Jerusalén, El historiador de la Pezuela nos proporcionó una descripción de su imagen urbana en el siglo XIX:
(…) Amargura tiene una anchura de 40 varas por término medio en su mayor extensión. Está perfectamente nivelada y regularmente empedrada. (…) La cruzan de Norte a Sur las calles de Mercaderes, San Ignacio, Cuba, Aguiar, Habana, Compostela y Aguacate. Ocupan sus costados edificios generalmente bien construidos y de dos pisos, con muchos establecimientos de oficios y ventas en las plantas bajas.[3] La calle, en su trayectoria este-oeste, “dividía La Habana en un Norte y un Sur” y contribuía a enlazar el centro urbano de la villa con la zona conocida como el Ejido conectando tres lugares importantes: la Plaza de San Francisco de Asís, la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje y la Plaza del Cristo. Por enlazar espacios públicos de tanta relevancia, Amargura estaba clasificada como eje de interconexión urbana.

[1] Vía Crucis, procesión católica que reproduce el martirio de Jesús desde la salida de la casa de Pilatos hasta el Calvario. En las procesiones, que se realizaban los viernes de cuaresma los terciarios conducían en andas las imágenes del Cristo del Perdón y de la Buena Muerte por la vía de la Amargura deteniéndose en cada una de las catorce estaciones o paradas engalanadas con cruces, altares y alfombras en las fachadas de las casas hasta culminar en la Ermita del Humilladero, donde se emplazaba un tablado con la escena de la Crucifixión. A las procesiones acudían las familias más importantes de la ciudad, las autoridades eclesiásticas, civiles y militares de la Isla, los gobernadores y los capitanes generales. En 1808 el obispo don Juan José Díaz de Espada ordenó suprimir el Vía crucis. El motivo de la prohibición fue la participación masiva de penitentes y flagelantes en las mismas y la proclamación de las reformas de la Ilustración, que catalogaba dicho espectáculo de autocastigo incivilizado y bárbaro. Tras la prohibición, las cruces dispuestas en las cuadras del eje se eliminaron a golpe de piqueta, perdurando solamente una, la ubicada en la esquina de Mercaderes y Amargura conocida como “La Cruz Verde”.
[2] Cruz Verde, cruz de cedro de dos travesaños pintada en verde, sobre soporte en piedra tallada, colocada en la esquina de Amargura y Mercaderes en forma achaflanada. Dicha cruz era el emblema que el Santo Oficio ponía en sus escudos y sellos, e iba al frente de las procesiones en los autos de fe y sus dobles brazos simbolizaban el sufrimiento de Cristo multiplicado por los pecados humanos. Cfr: Carlos Venegas Fornias. Ciudad del Nuevo Mundo. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. La Habana, 2012. p.201.
[3] Jacobo De la Pezuela y Lobo. Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la Isla de Cuba. Imprenta del Establecimiento de Mellado. Madrid, 1836. p. 78. Texto: adaptación del publicado en [http://www.creadorcubano.com]

Una historia de esclavitud en la Habana colonial

volver al inicio